Mi Oración

Mi oración es que cada artículo sea de bendición para tu vida y que cada día podamos aprender que...

...es necesario morir.



martes, 23 de marzo de 2010

Capítulo I - El Ejemplo de Morir


Un mundo de héroes
Todos hemos crecido con una fascinación especial por los superhéroes. Desde tiempos antiguos han existido en la retina de todas las culturas. Desde Esparta hasta Roma y desde la Grecia antigua hasta nuestros días, hemos admirado a aquellos personajes que, dotados de impresionantes poderes supe naturales, talentos especiales y, tal vez la característica principal que los distingue, una bravura que no les permite rendirse frente a ningún tipo de desafío o peligro, y que permanentemente los hace enfrentarse cara a cara con la muerte. Luchan contra la injusticia para defender a los indefensos habitantes de este mundo que esperan y necesitan ser rescatados. Viviendo una doble vida, en una de ellas parecen ser personas comunes y corrientes como cualquier otro ser humano, pasando sus días entre campesinos, secretarias, oficinistas o acaudalados filántropos, llenos de debilidades y temores, de manera de pasar desapercibidos entre el resto de los mortales para no ser descubiertos, ya que el éxito de sus misiones depende de cuán bien puedan resguardar su identidad secreta. En la otra vida, en la secreta, se pasan el tiempo luchando contra monstruos gigantescos, encarcelando a desalmados, malhechores y persiguiendo a aquellos representantes de la maldad que buscan esclavizar a la humanidad y apoderarse de las riquezas de este mundo. Algunos pueden volar, ver a través de las paredes y desintegrar una montaña con un rayo. Otros pueden escalar edificios y tejer telarañas. Los más intrépidos usan sus inagotables recursos para fabricarse extraordinarios trajes y armas que los ayuden en su fantástica misión de vencer a la maldad.
Cuando éramos niños, anhelábamos ser como uno de ellos y pertenecer a esa maravillosa elite de superhéroes. Nos disfrazábamos y teníamos armas de juguete. ¡A luchar por la justicia! era el grito ahogado en nuestros pechos y que se escuchaba salir de nuestras bocas sedientas de aventura. Si para nuestro cumpleaños teníamos la suerte de recibir el traje se Superman, era como si el mundo hubiera dejado de girar e inmediatamente nos disfrazábamos y lo usábamos hasta de pijama. Los usábamos hasta que se nos gastaba y se rompía o hasta que quedaba tan sucio que la mamá tenía que arrancarlo de nuestras manos porque se convertía en nuestra única tenida de salida. ¡Realmente nos creíamos el cuento!
Ahora bien, hay algo que para todo admirador de los superhéroes es absolutamente inaceptable, y esa es la esquivada y nunca bien ponderada debilidad. Cuando, en alguna de las historias, nuestros superhéroes eran vilipendiados, golpeados y dejados en la agonía, se creaba la natural e impaciente expectación por el momento en que se levantara con nuevas fuerzas, y casi con el último aliento diera el mortal golpe de gracia para salir nuevamente triunfador frente a su enemigo. La muerte de un superhéroe es inaceptable; está fuera de cualquier libreto y lejos de la imaginación de la audiencia. La razón es mucho más simple de lo que podríamos imaginar, y es que nuestras esperanzas están puestas en que nuestros superhéroes salgan vencedores y no vencidos, y por supuesto que su muerte significaría su derrota definitiva frente a la maldad y la injusticia, y la desesperanza de todos quienes desfallecen en un mundo lleno de necesidad y tragedia. La tragedia sería aún mayor, con el ingrediente adicional de la decepción emocional de haber invertido el corazón en alguien que no lo merecía.

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