Mi Oración

Mi oración es que cada artículo sea de bendición para tu vida y que cada día podamos aprender que...

...es necesario morir.



viernes, 4 de marzo de 2011

Morir a Nuestros Temores

Dios ha revelado a nuestros corazones el llamado a ir a Europa para desarrollar un trabajo misionero. Sin recursos ni grandes avenidas expeditas delante de nosotros, y tal vez contra todo sentido común humano, hemos decidido obedecer al Señor y tomar el camino más difícil. Comenzamos a orar, a explorar las posibilidades y establecer un plan. También comenzamos a contactar a algunas personas para comunicarles nuestra decisión y buscar apoyo. Cada día Dios va ajustando los planes de acuerdo a Su soberanía. Así nació Eurouturn, (haz click para ver nuestro web site) una visión de parte de Dios para llevar esperanza a los pueblos Europeos. Originalmente esperábamos viajar la primera semana de Marzo. Estamos al final de la primera semana de Marzo y ni siquiera hemos levantado el diez por ciento de los recursos necesarios para el viaje. Habíamos sacado a nuestras hijas de la escuela y ahora las hemos vuelto a inscribir, ya que pensamos que, tal vez  podríamos viajar hacia fines de abril. Hace ya varias semanas que comenzamos a vender todas nuestras cosas, pero el proceso ha sido lento y el dinero se ha ido utilizando en cubrir la renta del departamento y las cuentas. Las personas que originalmente estaban tremendamente entusiasmados con este llamado y con la posibilidad de abrir una puerta en un continente que está llegando al fondo de su decadencia espiritual, paulatinamente han bajado su nivel de emoción; el calor inicial se comienza a enfriar y los cuestionamientos comienzan a aparecer. Por otro lado Dios estableció uno de esos contactos divinos con un pastor en Londres, quien ha demostrado una interesante emoción con la idea de que, a través de nuestro llamado podamos colaborar con el trabajo que ellos están haciendo. Ellos están dispuestos a darnos alojamiento por las primeras semanas y ayudarnos con los primeros pasos para establecernos en Londres.
Hace unos días estuve tomándome un café con un amigo pastor a quien respeto mucho por su dedicación y compromiso hacia el Reino de Dios. Mientras hablábamos sobre la situación actual que está viviendo mi familia y los desafíos espirituales y de fe que estamos enfrentando, surgió,  de su preocupado corazón una interesante pregunta: ¿No crees que tal vez Dios no te está llamado a Europa? Lo digo porque los cristianos debemos ser diligentes con nuestras vidas y nuestras familias y debemos dar los pasos seguros que Dios nos revela. Estas palabras llevan varios días rebotando en mi cabeza.  Mi respuesta fue bastante simple, pero Dios me ha seguido ministrando a través de esa conversación. Dios llama de diferentes formas le dije, tal y como lo hizo con el pueblo de Israel cuando era tiempo de cruzar el río Jordán hacia la tierra prometida (Josué 3). Liderados por Josué, los sacerdotes que portaban el Arca del pacto debían meter sus pies en el agua del río, que se desbordaba por su tremendo afluente; debían dar un paso de fe y creer que el llamado a cruzar provenía del Señor. Todo el pueblo cruzó hacia la otra orilla caminando sobre tierra seca y pudo ver la enorme pared de agua que formaba el río detenido; todo el pueblo fue testigo del milagro evidente que Dios estaba obrando en medio de ellos, pero solo un pequeño grupo fue desafiado a moverse y actuar sin ninguna evidencia. Mientras se acercaban a la orilla las cosas no se hacían más fáciles. Mientras más cerca estaban, más blando era el piso, y seguramente sus pies se comenzaban a hundir en el fango. El ruido del torrente tampoco facilitaba las cosas y la brisa húmeda que comenzaba a mojar y enfriar sus cuerpos, también comenzaba a helar la emoción de ver el milagro de Dios. Ellos eran hombres de desierto y tierra firme, no muy acostumbrados al agua. Dios los estaba desafiando fuera de su ambiente natural. Un kilómetro más atrás estaba toda una nación, que esperaba expectante para ver lo que iba a suceder, lo cual agregaba una carga adicional sobre los hombros de los sacerdotes.
La instrucción de Dios en Josué 3:8 nos muestra algo de luz sobre la forma en cómo el Señor obra sus milagros y cómo sus milagros son también usados para ministrar nuestras vidas: dales la siguiente orden a los sacerdotes que llevan el arca del pacto: cuando lleguen a la orilla del Jordán, deténganse. Dios parece querer que estos hombres disfruten por un momento de la vista, y de las circunstancias que preceden al milagro; que puedan ver y experimentar la realidad de que, sin la intervención sobrenatural de Dios es imposible responder a Su llamado. Dios quería que entendieran que el llamado no era a cruzar el río nadando ni usar el Arca como un bote para llegar al otro lado; ni siquiera quería que se las ingeniaran en buscar la parte más fácil o menos profunda del río; la instrucción era clara y simple: lleguen hasta la orilla del río, donde se van a dar cuenta de que cruzarlo es imposible, y donde se van a tener que ver enfrentados a todos sus temores, incluyendo el temor a confiar y entregarse por completo sin tener ni la más mínima evidencia de que un milagro va a ocurrir. Luego, el llamado a hacer algo sin sentido en la mente humana. Hasta ese momento nada ha cambiado; la corriente no es más suave, ni les han salido aletas en los pies. Ahora es tiempo de poner un pie en el agua. Ahora que se dan cuenta de que no pueden, es hora de de ver la mano del Dios Todopoderoso que obra a favor de aquellos que están dispuestos a obedecerle y seguirle sin importar las circunstancias. El agua se detuvo bajo los pies de aquellos que estuvieron dispuestos a morir a sus temores. Todos cruzaron y disfrutaron de los beneficios del milagro, pero solo unos pocos eran llamados a experimentar la enseñanza y a ser testigos de la forma y el momento en que el milagro se produce.

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