Mi Oración

Mi oración es que cada artículo sea de bendición para tu vida y que cada día podamos aprender que...

...es necesario morir.



sábado, 3 de abril de 2010

Compasión que regala Vida


El hombre estaba sentado frente al banco de los tributos públicos. Su trabajo era recibir y cobrar los impuestos que el Imperio exigía a los habitantes de las provincias conquistadas. Marcado por sus compatriotas, debía vivir con el peso de ser considerado un traidor que había vendido su alma a los conquistadores. En lo más profundo de su interior, su corazón estaba dividido entre la necesidad de proveer a su familia y el deseo de todo judío de mantenerse fiel a la religión de sus padres. En su vida pública debía mantener una imagen de dureza e inflexibilidad, pero seguramente en la intimidad luchaba con su conciencia por el pecado. Ellos no saben lo difícil que es sobrevivir en estos tiempos, pensaría; un hombre tiene que hacer lo que tiene que hacer para poner pan en la boca de sus hijos, era probablemente su convicción, la cual le daba fuerzas para evitar el pudor de quitarles parte del sustento a esforzadas y sufrientes familias. Varias veces al día se le acercaban viudas, enfermos, madres y abuelos pidiendo misericordia y el perdón en el pago de sus impuestos porque el dinero no les alcanzaba. Varias veces al día este hombre debía endurecer su corazón para negarles sus peticiones. Varias veces al día debía hacer la misma reflexión que lo auto convencía de la justicia de sus manos: la ley es igual para todos y todos deben pagar por igual, sin excepción, además yo no hago las leyes, sólo es mi trabajo. Pero en su corazón, las palabras de Dios al pueblo de Israel descritas en Deuteronomio 27:19, hacía eco y rebotaban una y otra vez en las paredes de su conciencia, carcomiendo todo vestigio de reverencia, haciéndole alejarse cada vez más de los brazos y propósitos de su Señor. Maldito el que torciere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Él lo sabía muy bien; claramente estaba bajo la maldición de la ley. Pero lo más doloroso es lo que dicen las últimas palabras de aquel versículo de la ley: y todo el pueblo dirá: Amén, lo cual significa que todo el pueblo debe obedecer el mandato y hacer ver y sentir al condenado como maldito. El ser considerado maldito era la peor deshonra que podría existir para un judío, ya que no solamente estaba abandonado por Dios y sus bendiciones, sino que además era considerado como la peor clase de persona por parte de la sociedad. No había nadie más bajo que él y ningún dinero o posición en el mundo podría anestesiar el dolor de aquella maldición, un dolor que llevaba muy dentro y que la gente no era capaz de percibir. Cuando Jesús lo miró a los ojos, pudo ver todo aquello que solo el creador amoroso puede ver en nuestro interior. Él conoce cada uno de nuestros pensamientos y nuestras frustraciones; cada dolor y cada alegría; cada pecado y cada herida. Cuando Jesús lo miró a los ojos, sintió algo que solo Dios puede sentir al ver el dolor acumulado por toda una vida lejos de Él; sintió compasión, que en la raíz de la palabra usada originalmente, significa saber todos vivir los sentimientos de la otra persona, pero en la máxima capacidad de imaginación sensible, una capacidad que sólo Dios puede tener. La compasión no es un acto de pena o de lástima, sino que es la voluntad de Dios de colocarse en nuestro preciso lugar y poder sentir cada uno de nuestros sentimientos, buenos y malos. Cuando Jesús actúa con compasión, en realidad está demostrando la máxima expresión de amor posible y además la única forma de amor que Él conoce: el amor de Dios por sus hijos. Su mirada y sus palabras fueron tan profundas, y su compasión y empatía con el sufrimiento interior de este hombre fueron tan inmensamente grandes, que ante el llamado de Sígueme, él inmediatamente se levantó y lo siguió. Pero Jesús no es de los que dejan las tareas a medio terminar. Las murmuraciones se comenzaron a esparcir por las calles, y en las esquinas se escuchaba que el Maestro que había estado predicando en el monte, ahora buscaba seguidores entre los cobradores de impuestos. Las conversaciones comenzaron a subir su tono, tratando de inaceptable el comportamiento de Jesús. Dime con quién andas y te diré quién eres, pensaban. Pero, sin importar el qué dirán, el Señor pensó en ir más allá todavía y terminar la tarea de transformar la vida y el corazón de este hombre quebrantado y agobiado por una vida sin Dios. Lleno de emoción por el amor recibido y en agradecimiento por el gesto de aceptación, el hombre invitó a Jesús a su casa para ofrecerle una gran comida y honrarle en frente de su familia y sus compañeros de trabajo. Lo increíble para los religiosos fue que Jesús aceptó gustoso la invitación y junto a sus discípulos fueron a comer a esta casa, el hogar del cobrador de impuestos, del abusador, la casa de un maldito, la casa a la cual ningún judío medianamente conocedor de la ley estaría dispuesto a entrar. Seguramente, como dueño de casa, Mateo hizo las presentaciones de rigor diciendo algo como: a este hombre de Dios no le importa mi pasado, ni mis pecados, ni mi traición; ni siquiera le importa la maldición que pesa sobre mí; dice que Dios me ama y que mi vida puede comenzar de nuevo si decido seguirle desde ahora en adelante, que puedo volver a nacer si estoy dispuesto a morir a todo por Él. Tal vez no entendía aún todo muy bien, pero valía la pena intentarlo, después de todo este hombre a quien muchos llamaban el maestro, estuvo dispuesto a morir a su propia imagen de rabino para acercarse y hablar con él, e incluso entrar en su casa e invitarle a ser su discípulo. Ahora era su turno de comenzar a caminar a su lado, pero para eso… es necesario morir.


2 comentarios:

  1. Sin duda alguna una muestra mas del amor que Dios tiene para cada uno de nosotros, no importa donde estemos el es capaz de todo para sacarnos desde el mas oscuro y lejano lugar,una buena reflexión sobre el alcance del amor de Dios, el no nos deja, aun cuando nosotros nos alejemos.

    El comentario tarda pero llega, menos mal que las bendiciones estan a la puerta, solo depende que decidamos tomarlas.

    Un gran abrazo desde tu tierra y que Dios añada bendiciones cada día en tu vida

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  2. Pastor Bocca, gracias por llevarme a éste nivel de reflexión, muchas veces tenemos que realizar batallas internas luchando contra lo que sabemos que es correcto y haciendo lo que es incorrecto, tratando de justificar nuestros actos en medio de una sociedad que desafortunadamente está confundida, sin discernimiento de lo que es bueno ó malo, pero Dios en su misericordia nos mira con amor y compasión, nos recibe y guía a través de procesos dolorosos, culpa de nuestras actitudes egocéntricas. Pero aún así con paciencia y amor, Dios termina lo que empieza con nosotros, transformando nuestras vidas, limpiando caminos, abriendo paso a vidas victoriosas para aquellos que confían en Él. Mateo es un gran ejemplo de perseverancia, fe y confianza en Dios. Siga escribiendo y no cierre nunca éste blog que es de mucha bendición. Voy a promoverlo!!! Bendiciones!

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